Rafael Nadal se clasificó con gran merecimiento, para los cuartos de final del US Open 2019 después de derrotar al croata Marin Cilic, vigesimosegundo cabeza de serie del torneo, por 3-6, 6-3, 1-6 y 2-6.
En la pista central de Flushing Meadows, la Arthur Ashe, Nadal firmó un primer set ganador con una cierta facilidad, más allá de algún despiste que le llevó a ceder un ‘break’, lo que adivinaba una cierta incomodidad con el juego del croata, el número 22 de la ATP. Esa incomodidad, que metía a Nadal muy atrás en la pista, le llevó a ceder el segundo set por 3-6, con un Cilic muy agresivo y con una gran potencia de saque y profundidad.
Pero el tercer set fue clave, con una exhibición del balear, sobre todo con dos puntos impresionantes: uno con una espectacular subida a la red devolviendo de revés, casi de espaldas, un globo de Cilic -«vamos», se le oyó gritar a Nadal- y otro tras una serie de golpes profundos que acabaron desmontando al croata hasta relegarlo a un claro 6-1. El público que abarrotaba el Arthur Ashe Stadium celebró con júbilo los tantos de Nadal, que en los dos últimos sets sacó su mejor tenis.
Rafael Nadal arrancó la cuarta y definitiva manga con gran superioridad en el juego y muy fuerte mentalmente frente al croata. Enseguida se puso en un 4-0 en un set que apenas tuvo historia pues mantuvo su agresividad y, con un 6-2, permitió firmar su pase de ronda a Nadal. Eso sí, antes de finalizar metió una bola imposible por el lateral de la red que hizo las delicias de los espectadores, que le jalearon sin parar.
Directo a cuartos y contra Schwartzman
Ahora Nadal recuperará fuerzas para el duelo que tendrá con el argentino Diego Schwartzman, vigésimo favorito, que eliminó al alemán Alexander Zverev, sexto cabeza de serie, por 3-6, 6-2, 6-4 y 6-3.
Nadal y Schwartzman, de 27 años, se verán por octava vez en el Tour de la ATP con dominio completo para el exnúmero uno del mundo español, que tiene 7-0 a su favor.
El duelo en Flushing Meadows enfrentará a dos tenistas alcanzando su mejor nivel de rendimiento, dado que ambos luchan cada pelota y esperan a que el rival cometa el error no forzado.